miércoles

Una pataleta funcionarial

Como cada uno defiende lo suyo, y parece que  importan una mierda los males de los demás, yo le doy vueltas a lo mío.
Tenemos que seguir ahorrando y la cantinela que he leído largando, a uno del circulo de empresarios, sigue girando entorno a que a los empleados públicos, les hagan más ajustes en su ya de por si enjuto sueldo. Que no se repongan  vacantes, porque la administración del Estado está sobredimensionada y que se flexibilice el estatus del funcionario.
Qué fácil resulta hacer cuentas con el dinero y la vida laboral ajena. La culpa de una administración con exceso de funcionarios o con duplicidades, no es responsabilidad de ningún currante del Estado, que ha luchado por una plaza en liza contra miles de opositores. Sino de los que dirigen el cotarro, y esos... de rositas.
Si un funcionario padece o va a padecer de tripa suelta,  más le vale que se ponga un tapón de corcho en el culo, faltar al trabajo le puede costar hasta un tercio de la exigua soldada,  ¡Cómo a la mayoría! Dirán muchos, y yo digo que es verdad, pero sinceramente me preocupa que un maestro vaya a dar clase con gripe, que un bombero tenga que acudir al incendio de una vivienda con cuarenta de fiebre, un médico pase consulta sufriendo vértigo,  un policía tenga que patrullar con lumbalgia, un juez juzgue con migrañas y el abogado que te defiende no vea tres en un burro por sufrir una conjuntivitis vírica.
 ¡Hombre! apelo a la responsabilidad de cada uno... Dirán los que se van de rositas...
Y yo les digo, que no me cabe más responsabilidad que la de llegar a fin de mes, y cada vez  lo ponen más difícil, para mayor flexibilidad solo falta que me amarren a un potro de tortura y giren la rueda hasta descoyuntarme al estilo Torquemada.
Ya podían pedir el rescate y con esos cien mil millones, fomentar el crédito empresarial para aumentar la productividad y crear puestos de trabajo, y coger un pellizquito para devolver la paga extra de Navidad a los funcionarios y así animar el consumo, pero no.
 Lo que harán con la pasta es ingresarla en los bancos y cajas, que para eso son los que entienden del tema (y yo tan tranquilo... porque como hasta ahora, lo han hecho tan bien...)
 Esos grandes entendidos, apoyados por asesores y consejeros en su mayoría de profesión desconocida, pero de cargo, político. Diplomados en enchufismo y licenciados cum laude en cara dura, volverán a ser los encargados de administrar la plata, y por lo bien que lo van a hacer, ya habrán encargado unas cestas de Navidad para autoregalarse en las próximas fiestas, que van a quedar, para que solo unos pocos "elegidos" las celebren, porque entre tanto ajuste y recorte, las ganas de festejar las Navidades, se me han diluido como lo haría  una pastilla efervescente en mi boca con un sorbo de agua..., echando espuma por el hocico cual perro rabioso, y más atragantado que la Duquesa de Alba antes de que le cambiaran las pilas. 

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